Por: Deyana Acosta M.

Penoso que en ésta, la ciudad de las oportunidades, en pleno siglo XXI, los desenfrenados arroyos arranquen bebés de brazos y hagan desaparecer a jóvenes y adultos de la faz de la tierra, depositándolos en los caños, donde de no existir Manolo, ‘el buscador submarino’, esos cuerpos jamás se encontrarían. Este grave problema de los arroyos no sólo es de Barranquilla, también lo es de Soledad y Malambo, ubicados todos en el delta del Río Magdalena, donde van a parar todas esas escorrentías, falda abajo hasta la desembocadura. Como es natural, y la naturaleza es sabia: el agua busca su salida.

Los arroyos siguen cobrando vidas, su furiosa presencia evidencia que se requiere la búsqueda de soluciones por parte de las administraciones locales y el Área Metropolitana. Es un problema público que no se puede seguir evadiendo.

No podemos permitir que se siga posponiendo la búsqueda de una solución. Se requiere de una política pública para abordar las acciones necesarias para afrontarlo. Algunos gremios, en su momento, advirtieron que antes que Transmetro había que solucionar los arroyos. Se les respondió que los recursos del Banco Mundial eran de destinación específica para soluciones de transporte masivo. Y se siguió adelante…

Ahora viene la segunda parte del impuesto de valorización en Barranquilla. Es necesario analizar las prioridades y la destinación de recursos para buscar una solución a estos problemas. En Bogotá, por ejemplo, ante el malestar de los ciudadanos por los incumplimientos de obras civiles, el Concejo y el mismo Director del Instituto de Desarrollo Urbano propusieron aplazar la valorización, para no seguir congestionando la ciudad con obras que, a todas luces, no estaban bien planificadas. En Barranquilla, el Concejo ni lo pensó. Aprobó el segundo cobro de valorización con rapidez inusitada. Ya no hay marcha atrás. Pero los ciudadanos debemos exigir mejor planificación en la priorización de las obras, lo que significaría incluir en la agenda el tema de los arroyos. La valorización que se comenzará a cobrar en el 2011 está destinada a recuperar el Espacio Público en el Centro de la ciudad. El tema de los arroyos no se puede seguir dejando de lado. Para esto hay que diseñar el Plan Maestro de Espacio Público privilegiando las zonas verdes que, no sólo embellecen y refrescan el paisaje urbano, sino que mitigan los arroyos con su capacidad de absorción.

En igual sentido, deben integrarse las obras de limpieza en los caños. Los caños son el sistema circulatorio de la ciudad. Si no están sanos no podemos pensar en un concepto de Espacio Público armónico. Considero que el tema de los arroyos no se soluciona con invertir en obras de canalización. Se trata de parar un momento. Hacer un alto y detenerse un momento en el comportamiento de la naturaleza. Escuchar su lenguaje, porque definitivamente, algo estamos haciendo mal.

Más cemento, más pavimento, más gris… puede empeorar la situación. El verde ayudaría a recuperar el drenaje natural que se ha perdido. Hay que detenerse, observar y pensar. Recuperar este color no sólo es alcanzar el porcentaje de zonas verdes que ordena el POT, sino también cuidar las rondas de los arroyos y no permitir que se construya en ellas, ni en los cauces. También consiste en sanear los caños y proteger el Río que, en últimas, es a quien tributan todas las corrientes.