Por MOISÉS PINEDA SALAZAR

Propongo estas reflexiones a mis amigos lectores desde un ángulo distinto que permite una mirada alternativa sobre “Los Arroyos de Barranquilla”.

Lo hago porque estoy convencido de que de la manera como se defina un fenómeno, asunto o problema, así mismo será el método que se seleccione para conocerlo, transformarlo o resolverlo. De esa manera, a nadie se le ocurriría matar una mosca a escopetazos ni eliminar un elefante a pellizcos. En el primer caso, además del muy probable fracaso, habría un ostensible desperdicio de recursos. En el segundo, un fracaso asegurado será Imputable a la desproporción entre medios y fines. Quiero entonces, compartir con ustedes una mirada diferente sobre esos que han sido declarados como los “enemigos del progreso de la ciudad”. Con ello, seguramente dejaremos de ser presa de nuestros miedos de nuestras Ignorancias. Empecemos por echar un vistazo en el mundo desarrollado.

NATURALEZA, CULTURA y ECONOMÍA

Ramas de árboles y cables de energía caen al suelo por el peso de la nieve. Ochenta centímetros y hasta metro y medio de una capa de hielo Imposibilita que los carros rueden por las calles de Nueva York. La dimensión de la nevada obliga al Alcalde de la ciudad a ordenar el cierre de todas las escuelas del Distrito. Centenares de agencias bancarias no abren al público porque sus empleados no podrán llegar hasta el lugar de trabajo en varios días y los cajeros automáticos colapsan porque el hielo y lo doce grados bajo cero de la temporada hacen mal- funcionar sus circuitos.

Las insoportablemente gélidas temperaturas llevan a la morgue a más de diez Indigentes que se quedaron mortalmente dormidos en algunas de las bancas del Central Park o en los sórdidos callejones de la Gran Manzana. Mientras más se avanza hacia el norte, la situación es más calamitosa en las temporadas de invierno. Por segunda vez en el mes, las ventiscas y las nevadas generan fallas en el suministro de energía eléctrica para un cuarto de millón de viviendas, en más de media docena de Estados de la Unión que quedan sumidas en la oscuridad y sin calefacción. Como colofón de final de temporada, este año se dieron veinte (20) eventos en los que se mezclaron nieve parcialmente derretida y lluvia congelada.

Toda esta situación calamitosa, conforma la red de incidentes que, para nosotros los latinos del trópico, quedan ocultos por la Idea folclórica de lo navideño: luces que titilan sobre perfiles de nevada falsa recortados en icopor o puestas en medio de los que se simulan con algodones y gasas de color blanco. Esa es la idea que comunican las postales de temporada que reproducen los íconos de Papa Noel con su carro tirado por renos voladores ; los grupos corales de villancicos qué cantan bajo la luz de una farola victoriana que se describen en los capítulos centrales de la obra decembrina de Charles Dickens; los muñecos armados por dos y tres esferas de nieve que simulan el conjunto de las extremidades Inferiores, el tronco y la cabeza adornada con ojos de carbón, nariz de zanahoria y una pipa armada con los desechos del maíz; brazos simulados con chamizos y un sombrero de copa; bandadas bulliciosas de niños enfundados en gruesos abrigos, con gorros, orejeras y bufandas ruedan cuesta abajo cabalgando en trineos de madera mientras parejas de enamorados se desplazan como entre sueños sobre la superficie congelada de un lago en el Central Park.

ENTRE LO CAÓTICO y LO ROMÁNTICO: El Comercio y el Turismo.

Entre la visión caótica de la naturaleza fuera de control y la romántica de las postales navideñas, ¿a quién se le ocurrirá proponer cubrir a Londres; a Nueva York, a Boston o a Washington con sendos y ciclópeos paraguas que, como gigantescos sistemas de protección, impidan que la nieve caiga sobre las ciudades y le compliquen la vida a los residentes? ¿Quién proclamará ante sus conciudadanos y ante los ciudadanos del mundo que el invierno y la nieve son una maldición y la causa de los rezagos y de los problemas de productividad en las economías de aquellas urbes?

Por el contrario, lo que resulta evidente es que los ciudadanos de esas metrópolis han desarrollado unos complejos culturales -sistemas de valores creencias, prácticas Sociales, rituales, instituciones, tecnologías, formas de ocupación territorial y simbolismos- que les permiten anticipar tales fenómenos naturales, mitigar sus efectos adversos, convivir con ellos, transmitir una visión positiva, folclórica (en el sentido de elemental) de los mismos.

En Nueva York, en Venecia, en Minneapolis y en Toronto los complejos culturales urbanos expresan los residentes y a los visitantes, a los nativos y a los extranjeros, las formas particulares que en cada urbe asumen relaciones que se dan entre el hombre, su mundo construido y su entorno natural, para derivar ventajas económicas a su favor. No obstante es necesario decir que si en Minneapolis se inventaron los Skyways, unos túneles de cristal construidos entre los 4° pisos de todos los edificios del centro y los sub-bus stop, que obligan a todos los buses a entrar en sótanos de edificios, de aceras o de parques para recoger a los pasajeros en invierno y de que en Toronto todas los edificios del Down-Town tienen varios pisos en el subsuelo, comunicados por calles subterráneas por debajo de las calles normales, para que la gen- te no tenga que salir ala superficie durante el invierno de tal manera que nada se detiene a pesar de las nevadas que duran casi 6 meses, no por ello están exentos de los momentos aciagos de la calamidad.

“La ciudad de Nueva Orly se parece a Barranquilla”. New Orleans, construida en el delta del Rio Mississippi, que es cuatro veces más grande que el del Magdalena, al desembocar en la costa oriental del Golfo de México. Las inundaciones normales de la temporada lluviosa de primavera ‘principios del verano (Abril a Julio) son controladas por un sistema de canales, compuertas, esclusas y diques que manejan la corriente, para desviarla de forma controlada hacia la orilla occidental.

Este sistema tiene más de 60 kilómetros de largo. Es decir, algo así como la distancia que existe entre Bocas de Cenizas y Calamar; todo ello navegable por buqués de gran Calado, incluyendo transatlánticos de lujo...Pero, toda esa ingeniería maravillosa colapsó frente a un huracán Inusitado y monstruoso como El Katrina...